La vía urinaria está integrada, básicamente, por los riñones, los uréteres, la vejiga y la uretra. En cualquiera de estas partes se pueden formar cálculos (litiasis urinaria). Algunos pacientes tienen un problema metabólico que les predispone a desarrollar cálculos.
Suelen diagnosticarse con una radiografía simple o una ecografía, aunque a veces se completa el estudio con una tomografía (escáner) o urografía intravenosa.
A pesar de que en ocasiones las piedras pueden crecer sin producir dolor, lo más frecuente es que se manifiesten como un Cólico nefrítico. Estos pacientes precisan de tratamiento analgésico y antiinflamatorio urgente. Algunos pacientes requieren incluso la colocación de un catéter para drenar la orina (catéter doble J ureteral) que se coloca por vía endoscópica a través de la uretra.
Respecto al tratamiento de las litiasis, disponemos de varias alternativas:
- Litotrícia extracorpórea por ondas de choque: bajo analgesia-sedación, se dirigen una serie de ondas a la zona de la litiasis, fragmentándola en pequeños trozos que se eliminarán posteriormente con la orina. El procedimiento se realiza de forma ambulatoria.
- Tratamiento endoscópico: consiste en acceder a la vía urinaria mediante unos instrumentos muy finos y una vez dentro, fragmentar la litiasis (con láser u otras fuentes de energía). El acceso puede ser a través de la uretra o de forma percutánea (a través de la piel hasta el riñón). En algunos casos se deja después un catéter ureteral.
- Cirugía (abierta o laparoscópica).
- Algunas litiasis (sobre todo las de ácido úrico) pueden disolverse, en parte, con un tratamiento médico por vía oral que cambia el ph de la orina.
Una vez tratada la litiasis se debe realizar un seguimiento, debido al riesgo de que vuelva a aparecer. En algunos pacientes se pauta un tratamiento médico para evitar nuevos episodios de litiasis.
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- Cáncer de próstata
- Cáncer de vejiga
- Cáncer de testículo
- Cáncer de riñón
Es la incapacidad permanente para conseguir y mantener una erección suficiente para permitir una relación sexual satisfactoria.
Las causas orgánicas más frecuentes son: hipertensión arterial, diabetes , hipercolesterolemia y tabaquismo. También puede aparecer tras cirugía del cáncer de próstata o de recto. En estas situaciones se altera la vascularización y/ o inervación del pene necesarias para la erección. En otras ocasiones la causa es psicógena.
El diagnóstico requiere una historia médico-quirúrgica , psicosexual y una exploración física del paciente Es necesario un análisis sanguíneo con: perfil lipídico , glucemia y testosterona. En ocasiones se requieren otros procedimientos diagnósticos como: dispositivos de rigidez nocturna del pene, inyección de fármacos vasoactivos en el pene, eco-doppler peneano, estudios neurológicos y endocrinológicos.
El tratamiento será específico solo en algunas causas como: disfunción psicógena (terapia psicosexual), disfunción arterial postraumática en gente joven ( revascularización del pene), déficit hormonal ( suplementos de testosterona).
En la mayoría de los casos no hay un tratamiento específico siendo este secuencial. La primera línea es un tratamiento oral con inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (Sidenafilo, Vardenafilo y Tadafilo ) todos con eficacia similar. Estos fármacos para tener efecto requieren un estímulo sexual y son eficaces si consiguen una rigidez suficiente para una penetración vaginal. La segunda línea es la inyección en el pene de sustancias vasoactivas. La tercera línea es la implantación de una prótesis de pene en aquellos pacientes que ha fallado la terapia oral o que quieren una solución definitiva.
El término infección urinaria define la presencia de microorganismos en la orina, generalmente bacterias (la más frecuente es E. coli). En la mujer suele afectar la vejiga (cistitis) y el riñón (pielonefritis), y en el varón la próstata (prostatitis) y el testículo (orquitis).
Su diagnóstico se efectúa mediante el cultivo de la orina, sin embargo un urocultivo positivo no necesariamente es indicativo de infección si no va acompañado de síntomas y no debe ser tratado excepto en casos muy determinados como embarazadas o antes de una manipulación urológica.
La cistitis en la mujer es, posiblemente, la infección urinaria más usual (un 20% sufren algún episodio a lo largo de su vida). Las bacterias responsables proceden del aparato digestivo y colonizan la vejiga debido a su proximidad. El cuadro clínico se caracteriza por molestias o dolor al orinar.
La pielonefritis es el resultado del ascenso de microorganismos desde la vejiga hasta el riñón. Es una infección más grave (con dolor lumbar y abdominal, molestias al orinar y fiebre) y, en ocasiones, requiere su tratamiento hospitalario.
La orquitis es una infección del testículo, con dolor, fiebre y signos inflamatorios locales como aumento del tamaño testicular y coloración rojiza de la zona. Se produce por el paso de bacterias (desde la uretra) hasta el tejido del testículo. Requiere un tratamiento rápido con analgésicos, antiinflamatorios, antibióticos y reposo.
La prostatitis representa la infección de la próstata y puede ser aguda, con fiebre, dolor perineal y molestias urinarias; o bien crónica con molestias urinarias inespecíficas. En ambos casos el tratamiento suele ser antibiótico.
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